lunes, octubre 22, 2007

Criterios para distinguir lo verdadero.

Desde que Einstein presentó la teoría de la relatividad y todo el mundo dio por evidentes y sólidos sus postulados ya deberíamos haber sabido ser consecuentes con los mismos y echo extensivas sus conclusiones al resto de las ciencias sociales y humanas: “Todo es relativo”, incluso el propio principio de relatividad.

Cuando, más adelante, se enuncia el “principio de indeterminación”, también nos quedamos ciegos a la evidencia y no supimos arriesgarnos a extender sus conclusiones al resto de las materias. Según este principio nunca se puede llegar a tener una precisión absoluta en el conocimiento de la realidad; y, añadiríamos, en esto también podemos estar parcialmente equivocados. No importa que parezca una contradicción; nunca será una contradicción absoluta, sino difusa. ¿Alguien dijo que no se podía estar en dos lugares al mismo tiempo? Falso parcialmente. ¿Alguien dijo que Dios no existía? Esto también es relativo. Todo, en general es relativo y posee porcentajes de validez; incluso esta misma afirmación sin que por ello sea contradictorio. No existen afirmaciones ni negaciones absolutas, sólo aproximaciones. Por tanto así han de interpretarse también el resto de las alegaciones que aquí se expresen.

Somos estructuras ordenadas de información (EOI). Al igual que lo son los seres vivos con su bagaje genético o conjunto de conocimientos sobre su propia organización y sobre comportamientos “acertados” o procedimientos de actuación para con respecto a la naturaleza, entendiendo por conocimientos “acertados” aquellos que “saben” manejar el medio en “beneficio” propio, y entendiendo por “beneficio” todo aquello que va a contribuir a verificar o satisfacer la propiedad básica y característica de la vida que es la autoperpetuación a través del tiempo. No la autoperpetuación del individuo, sino la autoperpetuación de la propia información genética (la especie) o conocimiento.

Llamémosle “saber” a ese tipo de conocimiento válido.

No hablamos de conocimiento verdadero. Entre dos conjuntos de información o estructuras ordenadas parecidas (pueden ser dos células, dos personas o dos entidades sociales), ambas dos tienen un conocimiento de su propia identidad y del medio en que se desenvuelven, pero ante una “adversidad” o cambio en las circunstancias externas sólo la que “sepa” superar el accidente se considerará “válida”. Normalmente, los contratiempos son superados por aquellas estructuras que poseen mayor cantidad de información.

No sabemos que es exactamente lo verdadero o donde está la verdad de las cosas. Puede, incluso, que muchos conocimientos acertados, más acertados que otros, hayan perecido ante grandes adversidades por el simple hecho de que los “menos acertados” no hayan tenido que enfrentarse a reveses del mismo calibre; sin embargo, no cabe la menor duda de que, ante las mismas circunstancias, solo el que haya conseguido superar el evento es, por definición, el poseedor del “verdadero” conocimiento de cómo hacerlo.

Somos estructuras ordenadas de información (EOI), tanto en el aspecto biológico, como en el aspecto social. El ser humano tiene esa cualidad: Por un lado es el resultado final de una evolución biológica en lucha permanente por sobrevivir al deterioro ambiental derivado del segundo principio de la termodinámica, la degradación natural o Evolución Natural; por otro es el protagonista principal que da origen a un nuevo proceso evolutivo (Evolución Cultural) formando entidades superiores que van a emprender una carrera ascendente de acumulación de conocimientos infinitamente más poderosa que la propia evolución Biológica.

Esa Evolución Cultural aún no ha llegado. Está muy próxima. Si establecemos una semejanza con la Evolución Biológica, para que exista una Evolución Cultural se requiere que existan individuos con capacidad de autoconservación, autoperpetuación y autoreproducción. Es decir, individuos autónomos con todo el conocimiento para poder mantenerse, crecer y reproducirse. Ahora mismo, la Sociedad es una masa irregular de entidades que se crean y se destruyen, que acumulan información y conocimiento, que montan estructuras cada vez más complejas, etc. pero no constituye un individuo autónomo con todos sus elemento trabajando coordinadamente hacia un mismo fin. No es un cuerpo formado por células que todas colaboran en la misma dirección.

La humanidad se encuentra en estos momentos en una situación análoga a la evolución prebiótica anterior a la formación de los seres vivos. Agrupaciones locales de estructuras de conocimiento, abiertas, capaces de replicar cadenas de información, de construir estructuras cada vez más “válidas” en su enfrentamiento con el exterior, viviendo en un ambiente muy favorable (“sopa biológica” para los protobiontes; “la Tierra” para las estructuras sociales).

No nos salgamos del tema que es el de tratar de averiguar donde está lo verdadero de las cosas. Y decíamos que no existe lo verdadero como concepto absoluto, sino “lo más verdadero”, o lo “más válido” para salir adelante por la supervivencia del “saber” o “conjunto de conocimientos válidos” en esta guerra contra la naturaleza.

Vamos a poner a prueba esta tesis tratando de dar respuesta a preguntas históricas hechas por filósofos de todos los tiempos. Casos concretos: ¿Existe Dios? ¿Cómo va a ser la sociedad dentro dos millones de años? ¿Cuando empezará la Evolución Cultural?


Veamos. ¿Existe Dios? Si esta pregunta se la hacemos a un científico radical puede que te suelte un improperio: “¡Estás loco! ¿Alguien ha visto o detectado tal cosa, ni nada que se le parezca? Es como hablar de fantasmas o de seres extraterrestres” Claro, que si se lo preguntamos a un religioso, este no lo duda, es un principio, como lo puede ser para el físico la ley de la gravedad. Nadie puede impedir que tu declares como principio que “la Tierra está en el centro del Universo” aunque luego tengas que hacer virguerías con las ecuaciones del movimiento y los planetas tengan que describir “danzas” erráticas (para eso se llaman planetas). Es como cuando en el baile nupcial las cámaras acuerdan enfocar a la pareja de protagonistas manteniéndolas en el centro de la imagen, pareciendo que todas las demás giran a su alrededor; nadie diría que los novios se han estado recorriendo la pista de punta a punta. Pero vamos a lo nuestro: La expresión “existe Dios” es un postulado que se puede establecer como principio, o como sistema de referencia; pero nadie dice que los postulados sean “verdaderos”, sino válidos mientras duran y hacen derivar de ellos otras leyes también válidas. En cuanto alguna de las consecuencias del postulado deja de cumplirse hay que buscar otros axiomas mejores. Claro que la afirmación “existe Dios” es muy vaga, no dice gran cosa y puede resistir durante mucho tiempo sin verse afectada. Otra cosa es cuando se concreta el tipo de Dios del que se habla. Si defendemos que lo “más verdadero” es aquello que contribuye a acumular conocimientos en entidades sociales, o “saberes incrementales”, el postulado de “Dios existe” ha tenido sus buenos y grandes momentos, al contribuir a formar sociedades muy compactas trabajando hacia un mismo fin, organizaciones supranacionales, con protección del individuo, lucha contra la degradación y defensa colectiva contra la adversidad de la naturaleza. Deja de tener validez, “veracidad” cuando por su causa se enfrentan unas sociedades a otras, causando muertes y destrucción. Y pierde toda credibilidad cuando tratan de “naturalizar” al Dios, dándole propiedades humanas; como un semejante con el que se puede hablar, con sus pasiones; protector y benefactor de unos contra otros y gran amigo y confidente de los más espabilados que se han atrevido a escribir sobre él hasta el detalle de un reportaje gráfico.

¿Estoy contestando o no? Me pregunto. Creo que si, respondo: Define Dios y tal como lo hagas puede “servir” o “no servir” como postulado en nuestra carrera incremental en la formación de estructuras superiores que nos conduzcan a construir y perpetuar el conocimiento a lo largo del tiempo soportando entornos cada vez más adversos. Será correcto mientras sirva.

¿Cuándo empezará la Evolución Cultural?

La Evolución Cultural empezará cuando se forme un “individuo cultural”, ente formado por personas, seres vivos (animales y vegetales) y máquinas capacitado para desplazarse, autoconservarse, y reproducirse en cualquier medio, no solamente terrestre.


¿Cómo será la Sociedad dentro de dos millones de años? Lógicamente, la Sociedad, esta “sopa precultural” que conocemos no existirá para esa fecha. Dentro de dos millones de años el Sol habrá liquidado el sistema planetario y con él la vida y la Sociedad actual, formada por individuos independientes y organizaciones. Tanto la vida como la humanidad solo van a poder sobrevivir bajo la integración en “seres culturales”, que, a su vez, estarán buscando asociaciones superiores y nuevos soportes de información y conocimiento cada vez “más verdaderos” para iniciar una nueva categoría de evolución. Lógicamente, también, individuos infinitamente más capacitados y poderosos que lo que hoy concebimos como dioses.

Al fin podrá decirse que “el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza”.

Los curas critican a la atea civilización moderna por haber perdido los criterios para distinguir el bien del mal; “no existe moral” –alegan-, “ni regla para educar a nuestros jóvenes”. Pues bien, sometamos esta crítica a un análisis bajo nuestro prisma.

Cierta razón tienen los curas; de alguna forma hay que definir unas reglas de juego sencillas que orienten a la juventud, dada por naturaleza a la rebeldía; unas reglas básicas que no dejen lugar a la confusión. Una nueva cultura basada en unos nuevos principios. No puedes ir convenciendo a una población crítica y bien formada intelectualmente con unos principios que se basan en lo que alguien dijera hace dos mil años. Han de ser mucho más sólidos.

Si defendemos que la misión principal por la que estamos de aquí, seres vivos, hombres y sociedades, es la de luchar contra la degradación natural (aumento constante de entropía), creando nuevas estructuras dotadas de orden e información creciente, la definición de “bien” y “mal” queda supeditada a ello. Nótese que orden, información y conocimiento con distintas variaciones de la misma magnitud, la Entropía. “Bueno” sería todo aquello que “aporte algo” en los procesos creativos, constructivos…; “malo”, por el contrario, aquello que favorezca la Evolución Natural destructiva, tanto por dejadez, como por acciones tendentes a la desorganización y la destrucción.

Una observación más. Hay una moral derivada de dar preponderancia a la Evolución Biológica sobre la Evolución Cultural: cierto ecologismo ingenuo e inmaduro. Hay que tener cuidado en ello. Poner en cuestión los procedimientos, normas y metodologías de actuación que se establecen en la Sociedad de Consumo está bien para influir en la mejora continua de las mismas, pero anteponer las leyes del ambiente vivo sobre el cultural por considerarlo dotado de mayor “sabiduría” que el nuestro es un error. Puede que en estos momentos aún el bagaje de conocimientos sea superior en el almacenado en los ADN’s que en nuestros computadores y en nuestras estructuras sociales, pero es evidente que el crecimiento aritmético que se produce en la evolución Biológica es rápidamente superado por el crecimiento exponencial que estamos viviendo en la era de la información.
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jueves, octubre 11, 2007

Carmen


Advertencia. Voy a escribir un post sensible para personas creyentes. Si tienes miedo, si te sientes inseguro de perder tu fe, si te sientes muy confortable con la que tienes ahora, no sigas leyendo. Yo, antes de ponerme a garabatear, he tenido serias dudas de hacerlo, no sólo por no quedar mal ante mis paisanos, como un agnóstico, un ateo o una apóstata, sino por, -¡maldita la necesidad que hay de ello!- provocar depresión, melancolía, tristeza, desesperanza, desengaño, desencanto, desilusión o amargura… (no se cual será la palabra exacta).

Al igual que cuando se van a ofrecer imágenes crudas en televisión, yo lo advierto: Este artículo puede herir la sensibilidad del lector.

Mi reflexión empieza cuando visito la residencia de ancianos. Ya es, de por sí, bastante deprimente el ambiente que se vive en una residencia de ancianos, viendo tan crudamente a lo que llegamos, después de toda una vida de esfuerzos, luchando…, sin saber para qué. Y aunque no sea esta la mecha que enciende mis cavilaciones, sirve para preparar el ambiente explosivo y enrarecido, y para alimentar la bomba. Los ancianos ya han perdido gran parte de sus facultades y se comportan como niños en fase recesiva. Entre ellos está Carmen, la chispa, que tiene poco más de sesenta años, pero que aparenta cincuenta. Es quizá la única persona que tiene capacidad retentiva, memoria y raciocinio. Ella puede mantener cualquier conversación normal sobre cualquier tema, pero…

-Entonces.., ¿que haces aquí en la Residencia?

-Tenía depresiones. Me llevaron al hospital y los médicos me recomendaron esta residencia para descansar y reponerme durante tres meses. ¡Y ya llevo tres años!

-¡Vaya! ¿Y por que no te vas…?

-El lunes que viene…

Pero pasa el lunes, y llega otro lunes, y Carmen sigue en la Residencia.

-Es que –me dice-, yo tengo un novio y nos vamos a casar para Septiembre. El es Libra, como yo, y por eso podemos hablar entre nosotros, sin necesidad de teléfono móvil.

Carmen juega al dominó, ayuda a poner la mesa, ve la televisión… pero cuando la acción de la película le incomoda, cuando empiezan las escenas desagradables de engaños y picardías, de historias inventadas, se va a la cama a conversar con su novio.

-Aquí no se puede hablar con nadie –dice-. La única persona que tiene un poco de conocimiento ha perdido la ilusión por vivir.

Carmen, en cambio, vive. Está preparando la lista de bodas… La verdad es que está entusiasmada.

Algunos piensan que está loca porque cree que su padre –que murió con 75 años- ha revivido y reside solo en un apartamento a sus 92. Sin embargo, estos mismos que la consideran desquiciada, no dudan en aceptar que hace dos mil años una persona se hiciera pasar por dios y resucitara.

Carmen tiene una hermana maestra puta, y, sin embargo, ella se ha pasado toda la vida cuidando de sus padres, sacrificándose en atenciones, soportando sus maltratos y sus achaques, y manteniéndose siempre virgen. Pero sólo el novio parece saberlo y comprenderla.

La critican porque hable sola -cuando platica con su novio-, los mismos que, al lado, se pasan horas orando(conversando) e invocando a un señor ficticio, que nadie ha visto ni verá jamás.

Carmen hace planes y proyectos con su novio inventado… Y se ríen de ella aquellos que supuestamente organizan fiestas para honrar el alma de “espíritus” renacidos o de seres de “otro mundo”. ¡¡Extraño universo de fantasías al que creen, convencidos, llegar un día, después de la muerte, para toda la eternidad!! ¿¿Y no están locos…??

Si me dan a elegir, prefiero la locura de Carmen. Es mucho más creíble, moldeable y adaptable a la particular personalidad de uno mismo. Puestos a inventar yo prefiero crear mis propias quimeras sobre las tramadas por las cabezas de otros.
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