martes, agosto 25, 2009

¿Dónde está el dinero que sostiene la economía?


La pregunta no es quien tiene el dinero. Parece que siempre han sido los ricos, por definición. Pero no es esa la pregunta que se hacen los economistas. La pregunta que aflora en épocas de crisis y depresiones, es más profunda. Se cuestionan qué es el dinero, no donde está. Los economistas no saben cual es la base sobre la que se sustenta del dinero. Dicen que hay una pirámide invertida, en cuyo pico está el patrón oro, cuando el oro es el patrón. Pero no lo tienen muy claro. En realidad los economistas no saben lo que es el dinero, y menos cuando ven tanto globo derrumbarse, tanto imperio hundirse, tanta torre desplomarse, tanta burbuja pincharse.

El dinero es todo medio de intercambio común y generalmente aceptado por una sociedad que es usado para el pago de bienes (mercancías), servicios, y de cualquier tipo de obligaciones (deudas)”. Dice la Wiki.

Pero ¿es una medida del valor de las cosas?, ¿es una medida relativa, convencional? O pretendemos que sea una medida absoluta, válida para toda clase de productos, patrón de intercambio global. Si esta es la vocación que tiene el dinero habría de apoyarse en algo; de ahí lo de la pirámide.

Entonces la pregunta se traslada a esta otra: ¿Cual es el patrón de confianza que está por encima de las crisis; ese patrón estable, que no se derrumbe, que no se desinfle, que persevere…? Pero no se encuentra la respuesta porque cuando se encuentra una, su valor se dispara; lo cual contradice la misma propiedad de “patrón” que se le asignó. ¿Habrá algún motivo por el que los humanos se ponen a buscar metales raros, lo trabajen, lo acuñen en moldes y lo guarden y custodien para no hacer nada con el, como reserva de no se sabe qué, solo por su condición de escaso…? Condición que parece garantizar que en caso de ser requerido para algo, alguna vez, el que más posea se hará rico.

Otras materias primas, que sí son transformables y convertibles en energía o en comóditis no tienen ese atractivo de ser usados como reserva y patrón de intercambios, porque su valor puede fluctuar en función del uso que de él se haga, de su productividad o de su demanda.

¿Quienes son los ricos? ¿Los que poseen materias primas escasas (metales preciosos), los que poseen materias primas energéticas (petróleo, uranio, suelos…), los que manejan los intercambios (comercio), los que fabrican productos elaborados (estructuras)…? Parece que el dinero se halla repartido y fluctuando entre estas cuatro opciones, porque su valor fácilmente puede inclinarse sobre unos u otros: materias primas, energía, intercambio o elaboración. Parece que en la sociedad industrial hay que tener diversificado el capital en cada una de estas fuentes: materia, energía, trasformación e intercambio.

Con este resumen nos metemos en los principios de la física: materia (que es una forma de energía) y trasformación (cambio en la estructura u organización). Así está hecho todo lo que existe en el universo. Ya lo dijo Demócrito, todo está hecho de partículas elementales (energéticas) iguales, que él llamó átomos, ordenadas de distinta manera. La “esencia” de las cosas es siempre lo mismo, energía (masa), lo que diferencia a unas de otras es cómo están ordenadas las partículas que lo constituyen, su estructura, el grado de organización, orden, complejidad, el cómo están hechas, Y ese es su verdadero y genuino valor: el conocimiento, el saber hacerlas, el saber colocarlas u ordenarlas.

Resumiendo. Y para que tomen nota los “económicos” de la era de la información: Hay que aprender a medir y valorar la riqueza de una Sociedad por el volumen de conocimientos que posee (que maneja). Y aprender a construir una moneda, unidad de intercambio, que esté basada en la “cantidad conocimientos” que se trasiegan. Una fábrica vale más por el contenido de “know how”(saber hacer) que tiene su estructura y organización que por el valor material de sus infraestructuras, sus materias o productos elaborados (sus activos).

El intercambio de productos, material, información, energía… ahora se resumiría en uno sólo tipo de comercio: el intercambio de conocimientos. Las comunicaciones.

En la era de la información ya no nos debe preocupar la posesión o la pertenencia de las cosas; ni siquiera esa cosa tan fluctuante como es el dinero. Desde la materia prima hasta el producto más sofisticado puede obtenerse “sabiéndolo hacer”; luego la verdadera moneda de cambio para conseguir cualquier objetivo material o inmaterial es el conocimiento; conocimiento que es susceptible de intercambiarse. ¿Como se hace esto?

¿Cómo se mide el conocimiento?. ¿Como se mide el intercambio de información? En bits. ¿Toda información es conocimiento, o existen diferentes niveles de conocimiento?

El conocimiento lo tienen las organizaciones, las personas y las sociedades en sus estructuras, su cultura y su modo de hacer, y, sobre todo, en sus volúmenes de información escrita, bibliotecas, archivos, museos, y, ahora, más que nunca, en las memorias y dispositivos magnéticos, laser, flash y ordenadores. El conocimiento también está grabado en las bandas de ADN (seres vivos), en las macromoléculas y moléculas simples, en sus estructuras, así como en todo elemento material cuya organización molecular le dota de unas características específicas y un comportamiento propio.

¿Es el conocimiento patrimonio de la Humanidad, o es un bien con el que se puede comerciar? ¿Somos conscientes del conocimiento que tenemos para intercambiar y del que necesitamos adquirir? ¿Está disponible el conocimiento que precisamos para sortear una crisis y ser competitivos...?

Para la Sociedad Global, una crisis es un simple reajuste en la expansión cuando se ha crecido demasiado, por encima de las posibilidades, de modo desorganizado, creando diferencias o tensiones internas, siendo necesario retornar a la parte del camino anterior, previo al desvío. Algunas crisis son espectaculares e irreversibles llegando, incluso, a la destrucción del conocimiento a través de la destrucción de las organizaciones o personas que lo poseían, o reemplazando ese conocimiento por otro impuesto y de peor calidad (que no favorece una evolución positiva).

Si el conocimiento es patrimonio de la Humanidad todo intercambio y difusión interna es beneficioso para seguir incrementándolo. Desde este punto de vista no es el conocimiento adquirido lo que se valoraría, sino el incremento, la aportación, el valor añadido sobre el existente. Y, por otro lado, por la facilidad de ponerlo a disposición de “todos”, es decir, a disposición del que lo vaya a emplear y en el momento que lo requiera. Desde este punto de vista, la magnitud de medida del intercambio sería el “incremento del conocimiento”, y la “eficacia en su almacenamiento y distribución”, que podía medirse como el tiempo de respuesta en interpretar y proporcionar la información adecuada al que lo solicita.

Realmente, la Sociedad Global, que es la que impone su criterio a largo plazo, es un ser vivo que lucha por sobrevivir y perpetuarse, pero que sabe que tiene los días contados si su compendio de conocimientos no se incrementa en el tiempo hasta niveles que la permitan reproducirse en entidades autónomas e independientes, capaces de sobrevivir en otros entornos menos favorables que el terrestre actual, y seguir creciendo y expandiéndose por el espacio, ganando en iniciativas y control sobre la naturaleza y el universo. ¿Para qué? No se sabe, pero es así. No tiene por qué haber una razón. Simplemente el hecho de crecer y sobrevivir es lo que le hace perpetuarse y hacer de este ser una existencia espacio-temporal cada vez más amplia. Y tal vez, cuando se tenga pleno conocimiento sobre las fuerzas de la naturaleza, pueda a llegar a abarcar toda la extensión del universo, manejándolo y moldeándolo.

Si pensamos en nuestra Sociedad como un organismo autónomo e independiente deambulando por el Espacio, elemento, a su vez, de otra Sociedad más universal, es probable que se entienda mejor que la moneda de cambio entre esas entidades sean “módulos de conocimiento adquirido” en su continuo aprendizaje por la supervivencia.

Parece que nos estamos metiendo en terrenos de ciencia ficción, pero ya más de uno se ha percatado de la importancia del conocimiento y la información, y se disponen a recoger, almacenar, y distribuir toda la información que puedan aportar los individuos y las instituciones. Pero, mientras unos siguen con la política de acaparar para si mismo ese conocimiento, tratando de explotarlo y rentabilizarlo a perpetuidad, como si fuera propio, otros (sociedades de software libre) parten de que el conocimiento adquirido no se debe comercializar, es patrimonio de la Humanidad, y sólo deberían cobrarse las nuevas aportaciones (servicios, información, y conocimiento) por el valor equivalente a los costes de investigación, mantenimiento, mejora, practicas, pruebas, puesta en producción, formación, etc. que se han invertido en su obtención; pero una solo vez. La sociedad no puede permitir que cada nueva creación se pretenda cobrar a cada uno de los usuarios donde se implanta por el valor que costó su desarrollo.

¿Qué se les está cobrando a los pobres mileuristas por un piso? Se les está cobrando por el terreno que es patrimonio de la humanidad, por el conocimiento de cómo fabricar hormigón y ladrillos y quién sabe que más. No solo por el servicio de construcción de una vivienda, con todo lo que eso implica: obreros, contratas, aprovisionamiento, compras, servicios bancarios, administración… Se les está cobrando por mucho más que todo eso. Por eso se ha llegado a una situación insostenible; una burbuja que ha tenido que estallar, que ha creado grandes desigualdades, dependencias (esclavitud) y abusos.

Por eso dice Darryl Robert Schoon,
que estamos “A la Espera de la Muerte” en http://mises.org/Community/blogs/rodrigodiaz/archive/2009/05/30/a-la-espera-de-la-muerte.aspx, que “el pasado nos condena, sólo el futuro nos puede salvar” y quevivimos en tiempos extraordinarios. Colgados en un punto entre el pasado y el futuro, el presente nunca había sido tan incierto” Que “la economía mundial está al borde de la ruptura sistémica total. El mecanismo subyacente en que se basa el actual sistema de crédito está quebrado, porque sus dos pilares fundamentales, los bancos y el gobierno, no sólo están quebrados sino que, y esto es lo más importante, ambos están ahora literalmente en la bancarrota total”. Hemos vivido enuna anomalía monetaria que no llevaba a la inflación, sino a burbujas de activos, enormemente destructivas, las cuales recientemente han colapsado”

Los japoneses no sólo aprendieron a fabricar mejores productos que Occidente, también aprendieron el secreto de la extraordinaria alquimia bancaria occidental. Cuando Japón invadió Hong Kong en 1941, se fueron directamente a los bancos Ingleses, pusieron una pistola en la cabeza de los directores de los bancos y, a la fuerza, obtuvieron los secretos del inmenso poder de Inglaterra, el poder de crear dinero de la nada, el crédito y la deuda.”

Los bancos y los gobiernos - especialmente los de EE.UU., el Reino Unido y Japón - han llegado al final de la línea y, sin duda, todos hemos llegado al final de una era. El juego de los banqueros hacer pasar por dinero el de capital basado en deuda, con el fin de endeudar y obtener ganancias de la productividad de los demás, se encuentra ahora en su etapa final.”

Todos hemos llegado al final de una era. El juego de los banqueros hacer pasar por dinero el de capital basado en deuda, con el fin de endeudar y obtener ganancias de la productividad de los demás”

Yo entiendo por este análisis que como consecuencia de la burbuja se han estado apreciando artificialmente objetos, artificios y propiedades muy por encima de su valor. Pero no se ha de negar que en ese tiempo la economía se ha estado moviendo, la sociedad creciendo, las infraestructuras desarrollándose, el número de viviendas duplicándose, los comóditis evolucionando y, lo mejor de todo, el conocimiento incrementándose y la organización social perfeccionándose. Y eso ha quedado ahí. Más han roto algunas guerras y se ha salido de ellas “con conocimiento”. Si sabemos encauzar esta crisis no debería pasar nada porque lo que esté sobrevalorado adquiera su verdadero valor, pero no tendríamos que permitir que por ello nuestra superestructura organizada se derrumbe.

Romper lo irracional. Pero seguir creciendo de forma sostenida en conocimiento, organización, productividad y calidad.