
"¡Cuidado!, ¡IBM también se quiere sumar a la WEB 2.0!"
Esto lo he leído en “Nablazone.com”
"Ahora resulta -continúa- que IBM también se va a sumar al carro de la web 2.0. Con dos años de retraso, como nos acostumbra a hacer últimamente en todo. Dentro de poco movilizarán a sus agentes comerciales para convencer a sus clientes de que acaban de hacer un gran invento. Puede que incluso ingenien un nuevo nombre y unos nuevos productos dedicados a hacer realidad esta gran novedad: Nuevas siglas atosigarán al sufrido usuario hasta marearle y convencerle, como hizo recientemente con la arquitectura abierta SOA, de la exclusividad y genuina autenticidad de su plataforma. Cara, lógicamente, pero única. ¡Ay señor, señor! Lo que hay que ver."
Ahora que los demás estamos de vuelta; cuando llevamos inmersos en esta nueva generación “viviéndola” o “sufriéndola” con toda su intensidad, pretenden venir otros, con su prepotencia característica, a darnos lecciones.
¿A qué va a venir ahora IBM a atribuirse algo que ya está gozando la gente más sencilla en los rincones más apartados del planeta? ¿Lo conseguirá?
Pues es posible que lo consiga, porque cuando hay una indefinición relativa a la aparición de "algo nuevo", de un concepto nuevo, de un nuevo modo de hacer, de una metodología o una arquitectura nueva… el grande acaba imponiendo su criterio sobre el chico. No será la misma “web 2.0” de la que ahora hablamos; será una web-pepito 2.0 descolorida, descafeinada, pero muy sobrecargada de parafernalias e inversiones para el interesado que se "suba al carro"; un gran movimiento de capital para llenar los bolsillos de algunos; para satisfacción del interés egoísta de los promotores. Será, en definitiva, algo muy distinto de lo que hoy concebimos que es.
Salvo que esta vez tengan que tragarse su orgullo y pedir disculpas por su falta de humildad. Por no haber captado la idea de la web 2.0
Esto lo he leído en “Nablazone.com”
"Ahora resulta -continúa- que IBM también se va a sumar al carro de la web 2.0. Con dos años de retraso, como nos acostumbra a hacer últimamente en todo. Dentro de poco movilizarán a sus agentes comerciales para convencer a sus clientes de que acaban de hacer un gran invento. Puede que incluso ingenien un nuevo nombre y unos nuevos productos dedicados a hacer realidad esta gran novedad: Nuevas siglas atosigarán al sufrido usuario hasta marearle y convencerle, como hizo recientemente con la arquitectura abierta SOA, de la exclusividad y genuina autenticidad de su plataforma. Cara, lógicamente, pero única. ¡Ay señor, señor! Lo que hay que ver."
Ahora que los demás estamos de vuelta; cuando llevamos inmersos en esta nueva generación “viviéndola” o “sufriéndola” con toda su intensidad, pretenden venir otros, con su prepotencia característica, a darnos lecciones.
¿A qué va a venir ahora IBM a atribuirse algo que ya está gozando la gente más sencilla en los rincones más apartados del planeta? ¿Lo conseguirá?
Pues es posible que lo consiga, porque cuando hay una indefinición relativa a la aparición de "algo nuevo", de un concepto nuevo, de un nuevo modo de hacer, de una metodología o una arquitectura nueva… el grande acaba imponiendo su criterio sobre el chico. No será la misma “web 2.0” de la que ahora hablamos; será una web-pepito 2.0 descolorida, descafeinada, pero muy sobrecargada de parafernalias e inversiones para el interesado que se "suba al carro"; un gran movimiento de capital para llenar los bolsillos de algunos; para satisfacción del interés egoísta de los promotores. Será, en definitiva, algo muy distinto de lo que hoy concebimos que es.
Salvo que esta vez tengan que tragarse su orgullo y pedir disculpas por su falta de humildad. Por no haber captado la idea de la web 2.0
La web 2.0 está haciendo resucitar al mundo honesto y enterrando a los arrogantes.
La web 2.0 puede ser el primer paradigma de revolución cultural nacido en el seno de la Sociedad de la Información en su carretera hacia la Sociedad del Conocimiento.
Antes de la web 2.0 fantaseábamos con pretender tener grandes volúmenes de información en nuestro bagaje cultural. Queríamos conocerlo “todo”, leerlo “todo”, tener información de “todo”. Después de esta revolución nos conformamos con tener tiempo suficiente para conocer lo que escriben y dicen nuestros amigos, compañeros, familiares y conocidos. De poder llegar a los más próximos aportando información valiosa o erronea, que sólo en grupo podemos depurar, mejorar y elevar a un grupo superior, tras un exhaustivo y minucioso filtrado.
Antes de la web 2.0 recibíamos cantidades brutas de información desordenada y revuelta. Tras la revolución de la web 2.0 no nos van a engañar tan fácilmente, porque el filtrado del conocimiento va a ser mucho más riguroso, hasta en las propias filas de los promotores.
Antes de la web 2.0 dábamos crédito o valor a cualquier afirmación hecha en un libro publicado, asumiendo la validez de los contenidos con una fe irrazonablemente ciega e incomprensible y el convencimiento de que sus resultados estaban absolutamente contrastados por no-se-sabe-quien. Después de la web 2.0 nuestra “fe ciega” ha muerto o ha mutado en todo lo contrario: "Toda la información que me llega es, de entrada, falsa". Tengo que emplear mis propios recursos analíticos para desechar al menos un 90% de esa información por “interesada”, “propagandística”, “no contrastada”, “parcial”, “intrascendente”o “desatinada”.
Antes de la web 2.0, casi siempre creíamos “tener razón”, “estar en lo cierto” en nuestras ideas, nuestro pensamientos, nuestro proceder y nuestras costumbres. Después de la web 2.0 nos conformamos con llegar a acertar con un porcentaje que sea ligéramente superior al 50%.
Esto es muy importante. Nos hace humildes. Reconocer que todo lo que pensamos, y lo que creemos, puede ser tan cierto como lo que piensa nuestro “contrario”, supone un cambio muy radical en la concepción de nosotros mismos. Pero... ¿tiene esto algo que ver con la WEB 2.0?
Mi respuesta (que puede ser acertada en un 50%) es que, tal vez, si. Por lo siguiente: En el mundo de la web 2.0 hemos dejado de ser espectadores puros, receptores de información, para convertirnos en actores que proponemos y participamos. Somos lectores, pero también somos escritores, y empezamos a conocer el mundo desde ambas perspectivas. Somos conscientes del poco alcance de nuestra participación, por la innumerable colección de tamices que hemos de atravesar, pero, al menos, tenemos una oportunidad. Y al mismo tiempo somos exigentes en convertirnos en filtros de lo que del exterior nos llega.
Tras la revolución de la web 2.0 es posible que ese 90% de información inútil haya sido descontaminada definitivamente y empiecen a surgir vacunas en el mercado para prevenir enfermedades socio-culturales tipo “falsedades mediáticas”, “propagandas engañosas”, “falacias ingenuas”, “hipocresías bondadosas”, “mensajes tendenciosos”, “engaños de buena fe”, “resultados interesados”, “presentaciones maquilladas”, “Business Cases falsificados”, “Auditorias partidistas” …
Pero jugamos con una ventaja con respecto a los antiguos especialistas proveedores y fuentes de información. Los que escribimos ahora, lo hacemos porque sentimos la necesidad de comunicar algo, no lo hacemos por obligación; luego tenemos más posibilidades de acertar que los “escritores” de la generación anterior. Es solo una pequeña ventaja, pero la sumatoria de millones de pequeñas ventajas es lo que hace cambiar al mundo. Y en ello estamos.