jueves, octubre 11, 2007

Carmen


Advertencia. Voy a escribir un post sensible para personas creyentes. Si tienes miedo, si te sientes inseguro de perder tu fe, si te sientes muy confortable con la que tienes ahora, no sigas leyendo. Yo, antes de ponerme a garabatear, he tenido serias dudas de hacerlo, no sólo por no quedar mal ante mis paisanos, como un agnóstico, un ateo o una apóstata, sino por, -¡maldita la necesidad que hay de ello!- provocar depresión, melancolía, tristeza, desesperanza, desengaño, desencanto, desilusión o amargura… (no se cual será la palabra exacta).

Al igual que cuando se van a ofrecer imágenes crudas en televisión, yo lo advierto: Este artículo puede herir la sensibilidad del lector.

Mi reflexión empieza cuando visito la residencia de ancianos. Ya es, de por sí, bastante deprimente el ambiente que se vive en una residencia de ancianos, viendo tan crudamente a lo que llegamos, después de toda una vida de esfuerzos, luchando…, sin saber para qué. Y aunque no sea esta la mecha que enciende mis cavilaciones, sirve para preparar el ambiente explosivo y enrarecido, y para alimentar la bomba. Los ancianos ya han perdido gran parte de sus facultades y se comportan como niños en fase recesiva. Entre ellos está Carmen, la chispa, que tiene poco más de sesenta años, pero que aparenta cincuenta. Es quizá la única persona que tiene capacidad retentiva, memoria y raciocinio. Ella puede mantener cualquier conversación normal sobre cualquier tema, pero…

-Entonces.., ¿que haces aquí en la Residencia?

-Tenía depresiones. Me llevaron al hospital y los médicos me recomendaron esta residencia para descansar y reponerme durante tres meses. ¡Y ya llevo tres años!

-¡Vaya! ¿Y por que no te vas…?

-El lunes que viene…

Pero pasa el lunes, y llega otro lunes, y Carmen sigue en la Residencia.

-Es que –me dice-, yo tengo un novio y nos vamos a casar para Septiembre. El es Libra, como yo, y por eso podemos hablar entre nosotros, sin necesidad de teléfono móvil.

Carmen juega al dominó, ayuda a poner la mesa, ve la televisión… pero cuando la acción de la película le incomoda, cuando empiezan las escenas desagradables de engaños y picardías, de historias inventadas, se va a la cama a conversar con su novio.

-Aquí no se puede hablar con nadie –dice-. La única persona que tiene un poco de conocimiento ha perdido la ilusión por vivir.

Carmen, en cambio, vive. Está preparando la lista de bodas… La verdad es que está entusiasmada.

Algunos piensan que está loca porque cree que su padre –que murió con 75 años- ha revivido y reside solo en un apartamento a sus 92. Sin embargo, estos mismos que la consideran desquiciada, no dudan en aceptar que hace dos mil años una persona se hiciera pasar por dios y resucitara.

Carmen tiene una hermana maestra puta, y, sin embargo, ella se ha pasado toda la vida cuidando de sus padres, sacrificándose en atenciones, soportando sus maltratos y sus achaques, y manteniéndose siempre virgen. Pero sólo el novio parece saberlo y comprenderla.

La critican porque hable sola -cuando platica con su novio-, los mismos que, al lado, se pasan horas orando(conversando) e invocando a un señor ficticio, que nadie ha visto ni verá jamás.

Carmen hace planes y proyectos con su novio inventado… Y se ríen de ella aquellos que supuestamente organizan fiestas para honrar el alma de “espíritus” renacidos o de seres de “otro mundo”. ¡¡Extraño universo de fantasías al que creen, convencidos, llegar un día, después de la muerte, para toda la eternidad!! ¿¿Y no están locos…??

Si me dan a elegir, prefiero la locura de Carmen. Es mucho más creíble, moldeable y adaptable a la particular personalidad de uno mismo. Puestos a inventar yo prefiero crear mis propias quimeras sobre las tramadas por las cabezas de otros.
Posted by Picasa

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