martes, diciembre 30, 2008

Posición del individuo frente a la Sociedad

Hasta ahora habíamos asumido que la lucha para dirigir los destinos de la Sociedad estaba polarizada en lo que, por un lado, se consideraba como derechas, defensores de la tradición, que les daba a los poderosos el gobierno y, por otro, las izquierdas defensores del humilde, del trabajador y partidaria de una revolución que rompiera la tradición de gobierno de las clases altas. Pero poco a poco se está transformado esa visión. Ya no está tan claro que la lucha sea entre los grandes propietarios, por un lado, y los asalariados, por otro, porque la Sociedad está cambiando y empiezan a diferenciarse grupos de interés distintos: defensores de la Naturaleza, defensores de la Sociedad Global, nacionalismos territoriales, etc

Ante el gran desarrollo de organizaciones, sociedades, empresas, multinacionales, instituciones, comunidades internacionales y asociaciones de todo tipo, parece como si ahora la lucha a la que se enfrenta toda persona se focalizara entre dos polos: la prosperidad individual o la colectiva. Sabiendo, claro está, que el desarrollo colectivo va a favorecer personalmente cada uno de los miembros que la componen, el individuo siempre quiere asegurarse el bienestar propio por encima de los demás. Si añadimos que el individuo va a formar parte de distintas organizaciones al mismo tiempo, y que cada una de las organizaciones va a estar empleada en definir y mantener su propio hueco y supervivencia en el contexto global, esto va a suponer una complejidad mayor a la hora de seleccionar una inclinación hacia posturas individuales o sociales.

Si partimos de que el individuo es profundamente egoísta pero, dándose cuenta, al mismo tiempo, de que sus ingresos van a ser directamente proporcionales al desarrollo de la Sociedad en que habita , solo le van a quedar dos alternativas: o integrarse y tratar de conseguir un beneficio proporcional a su aportación, o practicar el parasitismo, la delincuencia o el engaño, montando o asociándose con organizaciones que efectúen las mismas prácticas.

Una vez que, como ser vivo, hemos contribuido en nuestras obligaciones básicas de conservación y perpetuación (reproducción) para ir aportando mejoras en la especie en su lucha por existir, nos queda una segunda obligación: aportar conocimiento (organización) para mejorar las estructuras sociales en su lucha por vencer la amenaza cierta de extinción si no superamos las ataduras que nos sujetan la Tierra.

Querámoslo o no, estamos aquí para poner las bases a una nueva Evolución, en la que sus miembros, Entes culturales u Organizaciones de conocimiento, autónomos y con capacidad de auto-conservación, auto-regeneración y auto-reprodución colonicen el universo.

¿Que papel va a representar el hombre en los nuevos Entes? Si los humanos van a formar parte de estos cuerpos, como células, no va a ser en calidad de armazón físico, para eso están las máquinas y otros seres vivos; tampoco como autómatas lógicos, pues para esas funciones se podrá disponer del conocimiento almacenado en los ordenadores, sino como elementos creativos que van a poder aportar variaciones necesarias sobre versiones anteriores y en la toma de decisiones, tras el resultado obtenido de análisis minuciosos que sólo forecern soluciones posibles y alternativas equiprobables .

¿A que grupos políticos o tendencias hemos de favorecer en lo sucesivo? Probablemente sea la misma disyuntiva que ha existido tradicionalmente. Habrá una tendencia que apoye organizaciones muy jerárquicas con el fin de mantener la consistencia, la solidez y la seguridad a lo largo del tiempo, y habrá otra que apoye estructuras más horizontales, dando mayores autonomías y responsabilidades y repartiendo iniciativas, permitiendo más variaciones a lo largo del tiempo, con sus consiguientes riesgos.

2 comentarios:

Carlos dijo...

Mmmmm… no estoy muy seguro de que esa tensión entre cooperación y egoísmo sea una cosa reciente en la sociedad humana. En realidad ni en la sociedad humana ni en cualquier sociedad biológica sujeta a evolución. Son ya clásicos “El gen egoísta” de Richard Dawkins o los estudios de Axelrod. En particular la obrita de Dawkins es una delicia de leer y es muy curiosa la descripción que hace de los dos estados ambivalentes en los que puede desembocar la tensión cooperación/egoísmo: En uno de ellos el egoísmo triunfa y ciertos organismos se hacen super-especialistas en egoísmo y otros super-especialistas en defenderse del egoísta. Es el caso de los sistemas parasito-huésped, con una opinión sorprendente de Dawkins: algo así fue lo que dio origen a la diferenciación sexual. En el otro estado triunfa (más o menos) la cooperación; produciéndose un equilibrio dinámico de las poblaciones de egoístas y cooperadores: si crece mucho el número de egoístas, la sociedad se descompone, es incapaz de satisfacer las necesidades de sus miembros y nadie pervive, si crece mucho el número de cooperadores la sociedad prospera y accede a la abundancia, lo que hace que, inevitablemente, surjan egoístas que se aprovechan de los bienes comunes. Al final se establece un equilibrio en un porcentaje más o menos estable de egoístas en una población de cooperadores y cuyo valor concreto depende de las características de los organismos participantes. Interesantísimo tema.


Un abrazo

Aradino tiene un blog dijo...

Muy bien, Carlos. Muy buena tu aportación al interesante tema. Lo que pasa es que mi principal duda, la que trataba yo de reflejar, aún no se ha despejado: averiguar bajo esta perspectiva donde están las izquierdas y donde las derechas. A lo mejor no tiene importancia, pero yo tenía esa curiosidad.

Al cobrar fuerza las organizaciones, estructuras sociales de lo más diversas, cada vez más fuertes y compactas, la polarización egoísmo/cooperación, se complica en como mínimo tres frentes: individuo-organización(1er nivel), organización(1er nivel)-Sociedad e individuo-Sociedad. Esto es lo que le da una forma diferente a los estados ambivalentes de los que hablamos.

Yo quería resolver la primera cuestión desde este punto de vista. Una tendencia que apoyara una ordenación social fuertemente dividida en clases sociales con la riqueza desigualmente distribuida podría ser sostenida por individuos bien posicionados en esa organización (las derechas), pero esos mismos individuos habrían de adoptar la teoría contraria a la hora de defender su organización frente a estructuras sociales superiores en las que salieran perjudicados en el reparto.

¿Se puede ser profundamente egoísta en una autonomía o nación, defendiendo “las derechas de toda la vida” que protegen mi patrimonio personal, y al mismo tiempo reivindicativo para que los repartos a nivel supranacional sean equitativos, o a la inversa? Ahí hay un buen lío.

También quería imaginar cómo puede ir evolucionando esta situación de cara al futuro, a medida que las “entidades” sociales se hacen más y más compactas, autónomas y especializadas para responder al reto de la degradación natural, e incluso del posible envejecimiento ecológico.

Volveremos al tema cuando termine de leer “Termodinámica de la vida” de Eric D. Schneider.