miércoles, mayo 24, 2006

El ecologismo no sabe encontrar su posición


El ecologismo no sabe encontrar su posición. No saben lo que son. Les falta definición.

Busco en Internet, como es de rigor, y lo primero que encuentro es un artículo de los liberales, dedicado a exponer mil y un argumentos contra el ecologismo. Me ha tentado adherirme a él, pero al final he desistido. Pecan de todo lo contrario: Un exceso de confianza tal, que su especialidad parece estar en atacar al resto de las ideologías: Ecologismo, religión, fascismo, marxismo...

Así que me toca resumir mi tesis, que necesariamente ha de descender a niveles existenciales y filosóficos sobre el universo, la vida y la humanidad..

Saltándonos lo trivial y abreviando, universo, vida y humanidad son tres entornos que nos cobijan y que evolucionan. El universo evoluciona degradándose (expandiéndose), desordenándose. La vida y la humanidad evolucionan reaccionando contra esa degradación ordenándose, creando estructuras cada vez más complejas, almacenadas en códigos genéticos y en códigos de conocimiento, cada vez más avanzados.

Los ecologistas deberían tener bien clara esta diferenciación cuando hablan de la naturaleza, porque ahí hay dos entornos radicalmente opuestos y en guerra perpetua: el medio físico y el medio biológico.

La vida se forma y evoluciona en, y desde, entornos locales del medio físico, allí donde las condiciones de equilibrio termodinámico permiten acumulación de orden (formación de estructuras) perdurable y conservable. Y lo hacen usando y abusando de la única ley existente en la evolución natural o 2º principio de la termodinámica: la degradación, el cambio al azar de los estados, la tendencia al aumento de entropía, el sentido unidireccional del tiempo. Si entre los millones de burbujas, sistemas estacionarios reproducibles y auto-replicables, uno solo posee mejores características funcionales y de adaptabilidad, ese va a conseguir reemplazar la existencia de los vecinos menos dotados, con menores recursos y ‘conocimientos’.

Es la metodología más tosca, burda, basta y torpe que cualquier pueda imaginar: Fabrico 5 millones de chozas al azar para que alguna se mantenga en pié; mil millones de virus reproduciéndose y siendo víctimas de un ataque de antibióticos, para que uno de ellos alcance la condición de superviviente. Cientos de miles de soldados matándose entre sí para demostrar que la ‘genialidad’ del tirano no era tal.

Esa metodología de la “prueba y el error” ha llevado a la evolución biológica a unos niveles de complejidad grande. El ser vivo ha debido de competir, no solo con el medio físico, sino, también, con el propio ambiente que ha ido creando. Entre unas especies y otras. Contra sus propias especies y entre individuos de la misma especie. Todo ello para ir generando elementos cada vez más complejos hasta llegar a la raza humana.

La vida es crueldad: nacer, luchar y morir, y vuelta a empezar. Matar, pelear, destruir...Todo tiene cabida si a resultas del proceso queda una estructura (un código) mejor preparado que los primitivos previos.

El azar nos a llevado a nuestro nacimiento. A base de prueba, error, vidas y muertes, y mucho tiempo, se nos ha amasado una especie de malla esponjosa blanquecina, que tiene la curiosa propiedad de ser conductora de impulsos, y que tiene capacidad de almacenamiento y proceso. Ya tenemos dos códigos: el genético, más el que se nos va construyendo en nuestro cerebro a lo largo de nuestra vida.

Con nosotros, la naturaleza física se enfrenta a un nuevo rival: la evolución cultural. No solo la naturaleza física, también la biológica ha fabricado una nueva especie que tiene su propia evolución.

No es el ser humano, como individuo, el protagonista de la nueva evolución. Su cerebro tiene una capacidad limitada y volátil. Una duración instantánea comparado con el medio en que vive. Un insecto cualquiera. Pero tiene capacidad creativa. Y aquí, en este mundo, una partícula de creación, de innovación, se trasmite y se acumula a lo largo del tiempo, siempre que haya un soporte que la almacene. Esa acumulación de conocimiento es la evolución cultural o científica. En la evolución cultural la acumulación de información y conocimiento se hace consciente, así como su búsqueda. Surgen nuevas metodologías de investigación y desarrollo que dejan en ridículo a la biológica de la de ‘prueba, error’ y selección de los más aptos.

Si la evolución natural (degradación) avanza linealmente. La biológica lo debió hacer geométricamente. Pero la cultural lo tiene que hacer aún más deprisa para poder ser diferenciable de la biológica y escapar a sus terribles consecuencias que son la pura y simple extinción al menor descuido. Por eso la evolución cultural lo hace exponencialmente.

El ecologista ha de tener esto en cuenta: vale más un hombre que un animal, pero una especie vale más que muchas bibliotecas. La humanidad es la principal interesada en defender y conservar el código genético, así como la de ir, día a día, acrecentando nuestro código de conocimientos. Muchas especies han sobrevivido gracias a la protección que de ellas ha hecho la sociedad; aunque muchas otras habrán desaparecido por su culpa, descuido y desconocimiento. Pero ha sido más en cumplimiento de las leyes de la evolución biológica de supervivencia de los más aptos, que de las leyes de la evolución cultural. Y estas han de ir imponiéndose cada vez más a las primeras, con el debido respeto.

Por último: ya no tiene sentido mantener ese ambiente cruel y adverso en zonas subdesarrolladas de África o Asia. Las aportaciones que puedan hacer individuos ‘mejor dotados’ biológicamente a la sociedad, son insignificantes, con respecto a las que puedan hacer tributando creatividad como elementos de una sociedad civilizada, que avanza conscientemente hacia la mejora de las condiciones de habitabilidad y seguridad global, así en la tierra, como en el cielo.

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