jueves, diciembre 01, 2005

¿Me quieres chata?



Hay dos tipos de personas los que quieren y los que quieren.

Los primeros quieren para si.

Los segundos quieren a otros.

Yo creo que estos últimos son muy escasos o inexistentes. Hay quien piensa que ni siquiera son historia; sólo leyenda o novela tipo Romeo y Julieta.

Lo normal es que la gente quiera en su acepción habitual: ambicionar, codiciar, aspirar, pretender, antojar, perseguir, reclamar, necesitar, requerir, exigir, querer para sí, querer dinero, esclavos, siervos, tierras, poder....Querer que le adoren, que le mimen, que le cuiden, que le admiren.... Querer que le escuchen, que le hablen, que le entretengan, que le distraigan....Ese es el querer más corriente y en aras al cual se reclaman derechos y deberes a los demás: “Como te quiero para mí tú me has de corresponder dándome, por eso te quiero tanto”.

La segunda acepción se halla en los libros de amor y en las poesías: querer, amar, adorar, venerar, reverenciar, idolatrar, apreciar, estimar… Son los que dicen “…y te doy mi corazón, tómalo, tuyo es mío no” que, como obviamente inviable, está evidenciando falta de solidez, sostén y fundamento. Mucho de boquilla y bastante de engaño y rapacería. “Y es que te quiero tanto que te doy mi casa, mi dinero, mi tiempo; mi libertad es tuya; mis pensamientos los que tu pongas en mi cabeza; y mis sentimientos también. Soy tu esclavo, tu siervo, tu obrero subcontratado y tu becario…”

¿Alguien cree en la existencia real de esta segunda acepción? Si es así que VIVA LA ESCLAVITUD y si no: ¿quién se atreve a decir que QUIERE a otra persona?

RECOMENDACIONES:

Cuando te pregunten: "¿me quieres?", tu has de contestar: "depende, unas veces más y otras menos, según como te comportes".
Si te preguntan "¿Cuanto me quieres?" procura dar una cifra prudencial: "entre doscientos cincuenta y cuatro y trescientos sesenta y cinco". Si esa cantidad le ha sabido a poco puedes subir -para el próximo día- al orden de los mil quinientos. Nunca permitas que las cotas que tu establezcas se sobrepasen. El infinito no existe. Que no se te olvide. Tampoco es necesario especificar la unidad de medida si no te la exigen. Pueden ser kilos, arrobas, caramelos, francos suizos o pompas de jabón. No tienes que especificarla. Es preferible inventarse una nueva: "cuatrocientos sesenta y cinco quereles" y concluyes "aproximadamente el doble más uno que tú a mi". Y a otro tema.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Cuales son las soluciones entonces? ¿Quiérete a ti mismo menos de lo que te quieren los demás? El amor da la felicidad, y también la quita, no se puede entender la felicidad sin el amor, y este no es cuantificable, pero si el infinito al igual que los "quereles" no existe, no hay diferencia entre querer infinito y 300 "quereles".

Por tanto prefiero querer infinitamente a alguien, puesto que no está cuantificado, y el límite está en tus sentimientos, que acotar esta expresión en unidades inexistentes.

Anónimo dijo...

La solución estaba perfectamente expresada. No hay que buscarla en un extremo ni en otro, sino en una posición intermedia. Probablemente la cantidad adecuada requiera un cálculo un poco más de preciso y en lugar de la cantidad recomendada el valor óptimo pudiera ser trescientos sesenta y cinco con cuarenta y ocho.