lunes, noviembre 21, 2005

El factor temporal en la personalización de los productos.


Parece que estamos en el umbral de una época caracterizada por la personalización de los productos a medida. A la medida de la mayoría de los clientes, siempre que el proceso de adecuación a los diferentes perfiles no implique un coste adicional excesivo. Un coche a mi medida como en los tiempos de la fabricación a mano: Aquello si que era personalizado, pero improductivo.

Parece que estamos próximos a alcanzar esa meta. Compatibilidad entre la fabricación en serie y la personalización. Un coche, una casa, un portal web, etc. están formados de una variedad de componentes, elementos y objetos cuya combinación genera una amplísima variedad de posibilidades capaces de satisfacer al cliente más inflexible.

Pero no nos deberíamos dejar llevar por las apariencias. No es este el objetivo último ni definitivo. Ya se está empezando a perfilar una nueva exigencia para los objetos de consumo: la temporalizad.

Este requerimiento se hace cada vez más patente a medida que la diversidad de la oferta crece. Nos damos cuenta de que es imposible tener en nuestro pisito una batidora, un robot de cocina, otro de limpieza, afeitadoras, ollas de alta presión, tostadoras, horno, microondas, hornillo.... Ya no hay espacio físico. Lo primero que vamos descartando y eliminando son los de uso esporádico. Hay algunos que solo los necesitamos una vez en la vida; los hay que se utilizan una vez al año y son un estorbo; otros se necesitan mensual u ocasionalmente y hay que estar apartándolos constantemente de un lugar a otro.

El aumento de la población y la disminución de los espacios físicos por persona imponen también una mayor atención al requisito de la temporalizad. Las próximas generaciones de objetos de consumo van a exigir cada vez más personalizar, usar y reciclar.

Pero eso se dice muy fácilmente para objetos pequeños, lápices, papel, cubiertos, etc. La temporalizad de los objetos voluminosos y sofisticados (sierra eléctrica, compresor, acuchillador, aspirador....) se resuelve mediante el recurso al alquiler, al que será cada vez más necesario acudir.

El sofware también ocupa lugar. Y aunque las máquinas crezcan y sus capacidades se incrementen exponencialmente, el cerebro humano no crece. Llega un momento en que no se pude controlar esa infinidad de productos permanentemente adosados a tu ordenador. Yo sólo quiero tener el producto en el momento de usarlo. Después que desaparezca. Se imponen las guías, los catálogos, las asistencias, los buscadores para confeccionar un producto a medida: para un determinado momento, lugar y cliente. Es decir: personalización espacial y temporal.

Se podría dar la circunstancia de que el programa o el objeto que yo quiero ni siquiera exista ‘físicamente’ pero tenemos almacenada la ‘forma de hacerlo’, el ‘know how’ y los mecanismos y elementos para su fabricación.

Esa si es la línea hacia donde han de orientarse nuestras proyecciones futuras: Fabricar sólo lo que se necesita y para el momento en que se necesita; después destrucción (borrado) y almacenamiento de sus componentes (y/o liberalización de espacio).

1 comentario:

Anónimo dijo...

El saber ocupa lugar.

¿Decía eso el refran?


El software pesa. Si, pero no en kilos sino en kas.

¡Que bueno!